Motivar es dar motivos; y el corazón siempre ganará a la cabeza

Javier Andrés Marín
3 min readNov 15, 2019

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Muchas veces nos olvidamos de lo más básico. Leemos libros, seguimos a gurus, escuchamos podcast en busca de la fórmula mágica cuando la realidad es que la respuesta la tenemos en frente nuestro:

Motivar, es dar motivos.

Pero también es verdad que no todos los motivos tienen la misma fuerza, ni funcionan igual para el ser humano.

Según Benjamin Hardy, existe una jerarquía de factores motivadores, agrupados en motivadores extrínsecos (la motivación viene desde fuera) e intrínsecos (la motivación sale desde dentro)

Miedo:

En la etapa uno, estás motivado por el miedo. Todo lo que haces es evitar el castigo o los resultados negativos. Sobrevivir. Solo haces lo que crees que los demás quieren que hagas, siendo completamente dependiente de ellos. Según la teoría de la decisión, esta forma de motivación se centra en la prevención de problemas. Es la palanca usada por los extremistas políticos y los entornos profesionales tóxicos.

Recompensa:

En la etapa dos, todo lo que haces es para conseguir tu premio. Tu sueldo, tu reconocimiento, tu promoción, tu like en Instagram o tu palmadita en la espalda. Esta es la motivación principal por la que ha funcionado el mundo profesional. Te motivan principalmente por tu salario (y todos sabemos cuanto dura eso…).

El problema es que muchas veces aplicamos lo aprendido con nuestros propios hijos y esta es también la fórmula de motivación que usamos con los niños pequeños. Cómete las verduras y te doy un helado de postre…Y parece que según la Disciplina Positiva este tipo de motivación no es nada aconsejable para nuestros niños.

Creencias: (duty)

En la etapa tres, estás motivado por tus creencias o lo que te han inculcado como “el deber” (your duty). Esto es lo que harías aunque nadie te esté mirando, porque es lo correcto.

Es la técnica que han inculcado desde hace mucho tiempo en el ejército y las fuerzas de seguridad, ya que saben que si se tienen que jugar la piel por una orden, la motivación más vale que sea mayor que un simple salario. Lo hago porque CREO que es lo justo y correcto, no por el dinero.

Amor:

En la cuarta etapa, y la más elevada, estás motivado por el amor. Te has movido más allá de la preocupación por tus propias necesidades y piensas en las necesidades del amado (pareja, hijo, amigo, etc).

Tu amor trasciende a la razón. Te impulsa a hacer cosas que la mayoría considerarían una locura. Ya no vives según las reglas convencionales o el raciocinio. El amor no se puede explicar al que no lo ha vivido, pero es el lenguaje universal que trasciende cualquier norma, cultura o frontera.

En el entorno profesional también existe el amor, pero se llama confianza.

Entendiendo esta sencilla jerarquía es fácil adivinar porque determinados problemas nunca serán resueltos simplemente por el miedo o la recompensa. Con temas tan delicados como el nacionalismo, o el independentismo, el debate nunca se podrá ganar por el argumento de la razón sino por la fuerza del corazón.

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Javier Andrés Marín

Founder of ticketea, Lumier and LuzIA. I usually write about entrepreneurship and personal development